Ahora resulta que después de todo no le podemos pedir demasiado al técnico nacional. De todos modos él solamente es el técnico de la Selección Nacional Mexicana. Una Selección que por primera vez en su historia combina la experiencia de jugadores campeones en equipos europeos con la juventud y las ganas de jugadores de la camada de campeones del mundo sub-17.
Yo pregunto: ¿es pedirle demasiado que juegue sin temor ante un rival de respeto? ¿O qué se supone que debemos de pensar ante esto: que siempre si somos los "ratoncitos verdes" que se achican ante los rivales grandes (a pesar de que hace mes y medio le hayamos ganado al mismo rival por un contundente 2-0 en torneo oficial), y que el técnico no tiene culpa de nada?
No estoy de acuerdo, por supuesto.
Frente a Brasil se jugó de manera temerosa. Después de que nos anotaron el empate, que por cierto se dió en una jugada a balón parado -el eterno coco mexicano-, México le cedió toda la iniciativa a la escuadra brasileña y eso es, en términos prácticos, un suicidio. Si existe una lista de selecciones a las que no les puedes ceder el control del balón en un partido, dentro de esa lista y en primer lugar está Brasil.
No conforme con el hecho de no estar generando llegada, los cambios que se realizan son con los hombres de ataque, como si eso fuera a hacer la diferencia cuando el partido se perdía en la media cancha dejando en evidencia que su planteamiento táctico con un 4-4-2 tratando de que los contenciones jueguen a cortar los avances rivales y armar el juego ofensivo es una fantasía ridícula.
A eso me refiero precisamente cuando digo que Hugo Sánchez y su auxiliar Egea no saben leer un partido y peor aún: no saben hacer los cambios necesarios para darle la vuelta. Me parece que con este técnico estamos predestinados a perder los partidos cuando el equipo se vaya abajo en el marcador, y esto es por demás triste y frustrante.
Y lo peor de todo es que se supone que la característica principal de Hugo Sánchez como entrenador es su capacidad motivacional, y por cierto este partido suponía características especiales para ejercerla: un rival de jerarquía, un estadio con apoyo suficiente, todos los jugadores que quiso llamar y condiciones climatológicas no desfavorables. Pero, qué fue lo que hizo entonces: nada. Ni cambio de mentalidad, ni cambio de jugadores. El partido estaba perdido desde el vestidor.
Pero entonces: ¿qué pasó? Pues según sus propias palabras: Que le estamos exigiendo demasiado. Que cómo le puede jugar del tú a tú a Brasil sin esperar que nos metan muchos goles. Que qué esperamos si jugamos contra un rival que, dice Hugo textualmente: "exporta a 900 jugadores, mientras que México sólo 10 ó 15".
Ridículo poner este tipo de pretextos. Yo preferiría aceptar nuestras limitaciones sí, pero también hacer un poco de autocrítica y ser capaces de decir: nos equivocamos en el planteamiento, en los cambios y en la estrategia. Creo que eso le ayudaría más a generar un mejor ambiente con sus jugadores, a no procurar tanta antipatía con los seguidores de la selección y, lo mejor de todo: a obtener resultados sin que intervenga la suerte.
Ojalá este señor aprenda las lecciones pronto y sino, que alguien tenga los huevos suficientes para decirle que se puede ir a chingar a su Madrid, con Egea, su 4-4-2 y sus aires de grandeza.
La Flama Garibay
No hay comentarios:
Publicar un comentario