sábado, 6 de octubre de 2007

Fuera Dida... pero del futbol

Era el minuto 92 del partido de Champions League entre el Celtic de Escocia y el Milan italiano. El Celtic anota su segundo gol del partido con el que el equipo se va arriba en el marcador y, tan cerca del final, parece resultado definitivo.

Como parte del festejo del gol, un aficionado del Celtic ingresa a la cancha corriendo, pasa frente a Dida y le da una suave cachetada burlona por haber recibido ese segundo gol. Acto seguido Dida intenta seguirlo para vengar la afrenta y después de tres pasos se deja caer al pasto, simulando estar lesionado por el supuesto golpe que le propinó el aficionado. Tanto fingió que incluso salió de cambio del partido siendo llevado al vestidor en camilla.

Definitivamente el aficionado que ingresó a la cancha lo hizo en un impuslo y hay que señalar que está completamente mal, aunque ya se llevó su castigo ya que no podrá asistir a cualquier partido del Celtic de local o de visitante nunca más.

Sin embargo lo que me llama poderosamente la atención es la actitud de Dida, portero brasileño de experiencia mundialista, que en un momento de desesperación decidió fingir una lesión por un supuesto golpe de alguien que ni siquiera podía ser expulsado del partido porque no lo estaba jugando. ¿Cuál es la ética detrás de esta acción? ¿Qué buscaba el jugador realmente: anular el resultado en una acción de escritorio, vengarse del contrario mediante un castigo mayor impuesto al estadio o se quería ir al vestidor antes de tiempo por vergüenza?

Siempre he señalado a cualquier jugador que queriendo engañar hace cuestiones como fingir una falta o un golpe del contrario porque me parece una actitud antideportiva. Pero qué pensar de un jugador que hace lo propio ante una supuesta agresión de un aficionado cuando para colmo tienes por lo menos cinco cámaras de televisión siguiendo esa acción por la cobertura que tiene actualmente el torneo europeo.

Y lo peor es que no es la primera vez que lo hace ya que cabe destacar que hace unos años, durante un partido entre el Milan y el Inter de Milan, comenzaron a llover bengalas de la tribuna al campo y una de ellas le cayó en el hombro al mismo Dida. Acto seguido este señor se tiró al césped como si la bengala le hubiera perforado el hombro. No quiero decir con esto que no haya resultado lastimado, pero después de ver las imágenes del partido pasado no creo que le haya hecho mucho.

En fin, ojalá que en el futuro este tipo de jugadores sean alejados del futbol como ejemplo para todos aquellos que quieran seguir dejando de lado la ética y la competencia deportiva, así se llamen Dida, Maradona, Cuauhtémoc Blanco o Adolfo Bautista. Y ni hablar de los demás deportes, esto aplica igual para quien sea.

La Flama Garibay

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